Ayer en el Congreso se dejó de lado la prioridad de un consenso, para dar paso al chaparrón oportunista. Y luego nos sorprendemos de que en España los políticos sean vistos como un problema.
Rajoy se dedicó en su discurso a construir la imagen de su adversario, en lugar de la suya propia. Al analizar un discurso, un aspecto fundamental es el nivel que tiene que ver con la interpretación. Se trata de la construcción creativa de la significación, es decir, qué nos empapa de lo que es dicho. Este proceso de interpretación por parte de los oyentes transciende la literalidad del discurso como construcción estructurada. He ahí la importancia de cómo es la percepción de los destinatarios.
Se ha dicho en los medios que el discurso de Rajoy no ha sido demasiado brillante lo cual no quiere decir que a efectos de influencia no funcione. Si en lugar de analizar el rigor del discurso atendemos a cómo se integra, codifica y se procesa la información dentro de la mente humana, podemos decir que como estrategia comunicativa la intervención del “líder” del PP no fue tan nefasta. Cognitivamente tenemos preferencias tendenciales que sesgan lo que oímos, pensamos y lo que hacemos con la información que recibimos. Uno de esos sesgos es el llamado “self serving bias” que se caracteriza por atribuirnos los éxitos y atribuir a causas externar los fracasos. En este caso se trata de atribuir la actual situación de crisis económica a la mala gestión, no del Gobierno, sino de Zapatero. La costumbre de culpabilizar es un recurso reduccionista porque en la mayoría de las ocasiones la realidad es mucho más complicada como para encontrar un culpable, pues es un complejo entramado de factores el que desencadena el problema. Además de este sesgo, nuestros valores heredados de la religión cristiana también nos ayudan a entender la realidad en términos de culpables e inocentes. Si pensamos bajo esta lógica ¿Iba tan mal encaminada la estrategia de Rajoy? No subestimemos.
La actuación de Rajoy se centró en señalar su intento de colaboración con el Gobierno en ocasiones anteriores por lo que ahora el único responsable de la actual situación es absolutamente el presidente. Después de responsabilizarlo le pide que rectifique a fondo y si no lo hace, que otros lo hagan. Leyendo entre líneas: eres culpable, te toca pedir perdón. No hace falta que se emplee la palabra culpable, porque domina toda la lógica discursiva.
Después vienen las conductas coherentes a esta lógica: el PP se siente ofendido porque no se lo ha convocado a título individual como se merecía, el señor Zapatero está en deuda. ¿Deuda infinita? El otro día suspendieron la clase del master que estoy haciendo y creo que ya se quién tiene la culpa…
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