domingo, 1 de agosto de 2010

¡No me lo digas, cuéntamelo!

¿Qué sería de nosotros sin los cuentos y mitos que nos han contado cuando éramos niños? ¿Qué sería de nuestros abuelos sin sus relatos? En el único lugar donde el relato no tiene lugar es en los sueños, pues ¿Qué ocurre cuando intentas contarle a un amig@ lo que has soñado?

El ser humano sobrevive en una incesante caza del sentido,para poder al final del día contar un relato a la manada y reafirmar su propia identidad. Aunque sus azotes existenciales lo conduzcan a desentrañar algo más allá de lo que siente como el límite de su propia carne, ese "andar a la caza" ya es propiamente el fin que exploraba.
Los relatos porque son útiles en la supervivencia del ser humano, acaban cristalizando en modelos de conduta, en rituales y formando parte de la historia a través de los mitos.
Lo primero que se nos viene a la cabeza son los mitos de Platón. Ingenuos algunos que creían que el filósofo no dudaba de la existencia de su "Mito del carro alado", cuando en realidad, para el astuto maestro, el mito suponía una maravillosa herramienta de comunicación.Porque un relato va más allá de ser juzgado como verdadero o falso; sirve para transmitir conocimiento, y su supervivencia viene de que,nosotros mismos,nos convirtamos en parte de él.

Hoy en día entre la saturación de información que se predica como verdadera y el giro que se da en la economía de la atención ¿Quién pierde su "tiempo es oro"? Tan sólo lo que se cuente y pueda ser contado a traves de la implicación emocional puede tener un futuro en la comunicación de hoy en día.
Tal vez un día superemos eso de "no me cuentes historias" y comprendamos que el sentido no está ahí fuera,esperando a ser desvelado, sino dentro de nuestros cuerpos, en la inmediatez de lo que nos contamos unos a otros y experimentamos, o no.

Muy recomendable el libro sobre Storytelling de Antonio Núñez "Será mejor que lo cuentes".